Durante el verano los exteriores son la parte más vivida de la casa. Para iluminar con estilo el patio, una simple veranda o la terraza, la luz mágica de las velas se protege del viento dentro de grandes y escenográficos photophores de acero, cristal y plata.
Su indiscutible belleza nos hace olvidar a veces que estos elementos de decoración no son muy fáciles de transportar ni de limpiar. La tendencia del interior decoration es que sean de gran volumen (al menos 45 – 50 centímetros de altura, para llegar incluso casi al metro) y con bases brillantísimas de plata o de acero satinado. La campana que protege la luz de las velas, que puede ser una o varias, tiene que ser de cristal o de vidrio – en todo caso, absolutamente transparente. Son tan bonitos y decorativos que, cuando no se dispone de grandes espacios exteriores en los que lucirlos, se usan también incluso en el interior, sobre consolas, mesitas de café con libros y objetos de colección, o mesas amplias dejadas vacías y decoradas simplemente con la luz de las velas.
El hecho de que la campana de cristal proteja de modo eficaz la llama de la vela los hace muy prácticos para iluminar los exteriores en verano, cuando el viento y la brisa marina pueden apagar el fuego y – sobre todo – manchar de cera las decoraciones y tejidos. Su forma perfecta – fruto del estudio de diversos diseñadores – ha superado en notoriedad y practicidad el clásico farol, que hoy en día viene considerado como un objeto para el jardín.
El photophore es, sin duda, un signo de estilo en la casa contemporánea, pero también posee una función determinada. Usado en lugar del clásico centro de mesa durante una cena de verano, un photophore de una o varias llamas asume también el rol de exaltar el rostro de sus invitados camuflando los defectos e iluminando el colorido de la piel – ¡si lo utiliza, todos parecerán más guapos! Al contrario de los faroles, que normalmente se cuelgan o se apoyan sobre el suelo, los photophores quieren ser los protagonistas de la escena y si los coloca en un lugar adecuado quedarán estupendamente.
Existen de varias formas: desde la clásica cilíndrica a esos en forma de maceta, con borde simple o bien en metal, con base plana o “sur pied” como se dice en francés, es decir, con pies o alzada debajo de la base central. Los más económicos son de vidrio y acero, los más caros son de cristal y plata. Para todos, es necesario un gran cuidado al moverlos de un lugar a otro (la base y el vidrio se pueden extraer para facilitar la limpieza, así que si no se tiene en cuenta esto a la hora de moverlos se pueden romper). La buena noticia es que no se tiene que cambiar la vela en el interior cada vez que se use – ¡al contrario! Los photophores tienen que tener una vela “usada” incluso en el primer encendido, así que si no quiere quedar mal con sus invitados, encienda el photophore o su vela al menos una hora antes de que lleguen las personas, para que no vean la vela nueva.
Al ser de distintos materiales, hay que limpiarlos con productos específicos y distintos. Quite el polvo con un paño limpio de vidrio como hace con el resto de los objetos de decoración de casa, pero límpielo de vez en cuando, después de un uso intensivo o cuando sea necesario, con un producto específico como Limpiador Express Cristales. Si el vidrio es satinado o tiene una elaboración particular, o bien está ennegrecido por la llama de la vela, entonces use Limpieza Delicada Lámparas : la suciedad se deslizarán junto al producto, sin necesidad de frotar. Si tiene que eliminar residuos de cera, déjelos enfriar completamente, y después quítelos levantándolos.
Un consejo: después de haber limpiado la base interna del photophores con un paño de lana, pase la superficie con una gota de aceite de almendras en un paño limpio. Al quedar un poco graso, el metal recibirá la cera pero la devolverá mucho más fácilmente. Si la base es de plata, límpiela de vez en cuando con un producto específico para la plata, para que quede brillante. Nuncas posee una gama de distintos productos en crema o líquidos, entre los que podrá encontrar el más adecuado para sus necesidades. Por último – terminado el verano – si tiene que guardar sus photophores en algún sitio, envuélvalos en papel de cebolla antiácido y colóquelos con cuidado.